viernes, 11 de diciembre de 2009

El ganador es el amor



“No podré venir a clases la próxima semana”, me dijo mi alumna en un perfecto castellano, “por qué?”, pregunté yo, “tenemos ensayo general del musical”. “Ok!”. Y me invitó a asistir.
Dentro de mi me dije, muy bien, así tendré el lunes para mi sola sin clases para nadie. Las fuerzas ya no me daban y para el musical faltaba más de una semana.

Esos días pasaron lentos y tristes, mi corazón ya no aguantaba el frío ni el vacío de las calles, lo bueno me parecía malo y lo malo me desesperaba a morir. Hasta que se murió.

Para la navidad falta aún poquito y la melancolía ya había tocado mi puerta. De pronto me vi en un mundo subterráneo totalmente opuesto al de “Alicia en el país de las maravillas”, esas figuritas animadas de mis recuerdos infantiles se transformaron en fantasmas y demonios que me arrastraban hacia una depresión que, terrorifica e inconscientemenete, parecía gustarme; pero que no logró apresarme.

Siempre hay una luz en nuestras vidas, y en este mes de navidades hay más luces y ángeles por todos lados. Finalmente pude ver los míos y comencé a decirle “sí” a todo lo bueno que tenía ante mis ojos. Así que hace poquitos días acepté salir de mi mundo subterráneo y alistarme para ir a este musical protagonizado por almas frescas de colegio, de risas y de talento. Ya había decidido olvidarme de la depresión, ya la había dejado ser por muchos días, ahora tocaba la liberación, y este musical terminó coronando mi nueva sonrisa.

Doscientas almas en escena; actores, bailarines, cantantes, etc. cautivaron al público con su actuación, donde presentaban a todos los sentimientos del mundo (odio, amor, poder, practicidad, nostalgia) luchando por controlar los sentimientos y las vidas de una joven pareja, separada por el tiempo pero tan unidas de corazón... La trama seguía su curso, los dialogos tocaban mi corazón, las coreografías me hacían bailar en silencio, el canto de los solistas me cautivaba. Mi alma despertó completamente y la pareja protagonista escuchó al mejor sentimiento del mundo: El Amor, quien venció suavemente y con un canto hermoso a los otros sentimientos...

Al final de la presentación saludé a mi alumna y la felicité por tan fantástica actuación, ella brillaba de felicidad con una copa de jugo de naranja en la mano, vestida como un ángel y maquillada como actríz. Recordé mis pasos adolescentes por el escenario, la abracé y me fui tomada de la mano de mi amor, quien sonreía a mi lado. El amor había ganado.

Afuera todo parecía brillar más, las calles ya no las veía vacías, el cansancio y el sueño en vez de molestrame, me daban alegría. Alegría de poder llegar a casa y descansar con un corazón alegre y no triste. Y aunque en estas fechas siempre me han dado ataques de malancolía ya sea en Perú o en la China, siempre he sabido que con eso no se resuelve nada y que mejor es repartir abrazos de corazón a todos los que nos rodean!

En Perú pensaba en los niños del mundo que no conocen el rico olor de un chocolate caliente, o la emoción de abrir un regalo, y hasta en los que no conecen el abrazo de una madre, y me martirizaba la idea de no poder hacer nada contra ello. Aquí la nostalgia era específicamente mi familia en Perú, mi gente, el no poder estar con los míos; y me hice presa de ese sentimiento. Pero desperté a tiempo, porque mejor es pensar en ellos con alegría, y que al hablarles el teléfono transmita no solo mi voz, sino también mi sonrisa y la felicida que compratimos. Además para cruzar el Atlántico falta relativamente poco.

Y como el amor es esa fuerza hermosa que lo llena todo, me dejo llenar de amor por los que aquí me aman, y envío mis mejores energías de amor a todo el mundo, a los que conozco y a los que no, a los que nunca me han visto pero que saben también que cuanto más personas aman en esta vida, el alma del mundo sonríe más y más luces se encienden en los corazones. Demasiado idealismo, no sé. Pero yo todavía creo en el amor.



jueves, 19 de noviembre de 2009

Corazón de Otoño



Este otoño ha tocado mis sentidos como no lo han hecho los dos anteriores. Mi corazón ha danzado al ritmo de las hojas de los árboles mecidas por el viento, con los colores cambiantes del cielo, con el sonido crujiente de las hojas al pisarlas, y con las vistas de los paisajes a través de las ventanas de todos los trenes en los que voy de un lado a otro.

Rojo, naranja, marrón, amarillo, y un verde que se resiste al otoño, son los colores que se mezclan y entremezclan en los árboles en esta estación. Ver una pared cubierta por las hojas intensamente rojas de un viñedo, en contratse con un arbol amarillo o naranja al lado, es un cuadro que llena el corazón, son situaciones en las que el alma quiere salirse del cuerpo y solo formar parte de esa naturaleza, ser el viento, el calor o tal vez un hada que cuida esa belleza otoñal.

Hoy es un día que ya comienza a dar paso a los días iniciales de invierno. El otoño se va despidiendo, fue hermoso, me dió sol y alegró mucho mis días de suspenso y días que me enloquecían por ser tan cortos. Mientras mis ojos se ganaban con todo lo rico del otoño, mi razón me gritaba diciendo: Por qué michi no traes la cámara contigo!, y es verdad, debería tenerla siempre en mi bolso. Hay imágenes que hablan por si solas, que comunican algo diferente a cada persona, al menos yo lo siento así, por eso creo que estoy descubriendo un nuevo hobby aquí; hacer fotos de todo lo que exprese algo hermoso o especial.

En Lima solía tomar fotos del mar, en fiestas y nada más. Cuando viajaba a otros departamentos, provincias o pequeños pueblos también sacaba mi cámara, pero fueron pocas veces, el centralismo no ayuda mucho a salir de la capital y allí solo tenemos verano y un leve invierno, que me encanta también por supuesto!. Pero aquí en este país anglo sajón las estaciones son tan marcadas que, a pesar que ya llevo tres años aquí, no dejo de sorprenderme con cada maravilla que la naturaleza, su fuerza, y su esplendor me regala.

Luego de tres años en los que mi euforia por lo nuevo estaba a flor de piel, puedo vivenciar ahora conscientemente y con todos mis sentidos los cambios de la naturaleza, cómo afecta eso en las personas, los cambios en mi misma, y en general los cambios al ambiente de fin de año.

Mi euforia inicial por devorarlo todo (comiendo, oyendo, tocando, mirando) ya está casi saciada, pero mi pasión natural por vivenciar al máximo todo lo que toca mis sentidos, aún sigue intacta y creo así seguirá siempre.







viernes, 6 de noviembre de 2009

La noche en que cayó el muro



Una frase dicha casi por equivocación y transmitida de inmediato por los medios de comunicación, permitió que la noche del 9 de noviembre de 1989 el muro de Berlín cayera. Un muro que por 27 años mantuvo divididos a alemanes del este y del oeste, un muro que separó familias, parejas, amigos. Un muro resultado de la segunda guerra mundial. Un muro que hasta hoy, en el recuerdo, sigue conmoviendo a muchas personas hasta las lágrimas.

Yo tenía once años, mi papá estaba en Alemania y yo lo extrañaba tanto como una niña extraña a su papá. Mi mamá miraba las noticias, yo jugaba en mi cuarto, de pronto una noticia sobre Alemania, ese país tan lejano para nosotras pero tan cercano a nuestro corazón, puso nuestros cincos sentidos en vilo. Mis ojos se sumergieron en las imágenes de gente embriagada por la euforia, la emoción, el llanto, y la alegría. Mi pequeño corazón se contagiaba de todo ello, pero no entendía todavía que ese momento estaba transformando la historia no solo de Alemania sino de todo el mundo.

Es un jueves por la tarde del 9 de noviembre de 1989. En el centro internacional de prensa, el nuevo vocero oficial de la RDA (Alemania del Este), Günter Schabowski, lee un comunicado en el que indica: "Los viajes privados al extranjero se pueden autorizar sin la presentación de un justificante. Las autorizaciones (a los pobladores de Alemania del Este) serán emitidas sin demora. Los viajes pueden hacerse en todo puesto fronterizo con la República Federal Alemana (la del Oeste)”. Un periodista italiano le pregunta “¿a partir de cuándo?”. Schabowski lee entre sus papeles, busca datos y dice dubitativo “Según tengo entendido... desde ya, de inmediato”.

Pero el gobierno de la Alemania del Este aún no había aprobado dicha resolución, lo que leyó su flamante vocero era todavía un pre documento con correciones hechas a mano, que debía ser modificado, y que debía ser dado a conocer recién al día siguiente, mientras se les comunicaba primero a todas las autoridades. Schabowski no revisó bien el documento antes de anunciarlo. Pero después de lanzada la frase no hubo marcha atrás.

“¡El muro está abierto!”, “Habitantes de la RDA pueden viajar desde ya fuera de la región”, titulaban a la velocidad de un rayo las radios y televisoras de toda Alemania. Miles de berlineses del Este se presentaron en los puestos de control del muro y exigieron pasar al otro lado. En esos momentos, ni las tropas de control de fronteras ni los funcionarios del ministerio encargados de regularlas estaban informados, ellos trataban de enviar a la gente de regreso, pero la gente permanecía ahí. Más gente llegaba, a pie, en auto, nadie podía creerlo, y nadie les atacaba como hubiera ocurrido antes, en una situación normal cuando alguien intentaba cruzar la frontera.

Sin una orden concreta, el punto de control de “Bornholmerstrasse” en Berlín se abrió el mismo jueves 9 de noviembre a las 11 de la noche, seguido por otros puntos a lo largo del muro. Policías y encargados de la custodia observaban desde sus puestos, todo sucedía sin violencia, en paz pero con una tremenda emoción. Los ciudadanos de la RDA fueron recibidos con entusiasmo por la población de Berlín Oeste. Bares cercanos al muro repartían cerveza y champagne gratis, los desconocidos se abrazaban entre sí. En la euforia de esa noche, los berlineses llevaron a cabo la destrucción del muro con todos los medios a su disposición; sus manos, su fuerza, picos y martillos; su libertad.

La unión de las dos Alemanias no se celebra el 9 de noviembre sino el 3 de octubre, porque recién el 3 de octubre del año siguiente Alemania es considerada oficialmente otra vez un solo país. Sin embargo para miles de alemanes el 9 de noviembre es un día más que especial, representa el fin al sufrimiento de familias separadas, el fin a la pérdida de vidas que intentaban cruzar el muro por cielo y mar. El fin a minas, a vallas metálicas, a cables con alarmas, a cercas de púas, y a más de 300 torres de vigilancia. Y el fin a la guerra fría.

Hace tres años estuve en Berlín, y en el lugar donde todavía queda una parte del muro y un pequeño museo (para recordar que algo así no debe volver a pasar), se puede sentir aún esa energía de terror, de vigilancia, de muerte y de privación de la libertad, la piel se vuelve de gallina, y a pesar de todo es un tanto gracioso reconocer como una simple frase pudo cambiar la historia, un error de cálculo, una falta de coordinación, como fuere, pero el hecho es que la historia se escribió así. El 9 de noviembre de 1989, hace 20 años, es un día que nadie podrá cambiar.

Berlín es ahora una ciudad cosmopólita, llena de vida y con muchas historias que ofrecer; una de las más alegres es “The Wall Live”, un concierto promovido por Roger Waters (Pink Floyd) en “Postdamer Platz”, Berlin, para conmemorar el fin de las dos Alemanias. En ese espectacular concierto participaron estrellas como Scorpions, Van Morrison, Bryan Adams, entre otros. El concierto fue grandioso, y fue transmitido a unos 100 países, 50 de ellos en directo. Y hoy toda Alemania celebra otra vez su reunificación; yo me uno a esa energía y pienso en ti Perú, para que no haya nada que divida a los peruanos, mi gente, allá donde está una parte de mi corazón.

Que no se vuelvan a construir más muros, visibles ni invisibles, ni en países ni en pueblos ni entre personas, ni entre amigos, ni en familias. No siempre habrá un Schabowski que por casualidad logre derribar los muros.

Así informó el canal alemán ZDF. En el segundo 16 al 18 se ve a Schabowski respondiendo dubitativo "según mis informaciones (los berlinenses del este pueden viajar al oeste) a partir de este momento, de inmediato". La noticia en la historia hace 20 años:



domingo, 18 de octubre de 2009

Octubre, mes de sensaciones

“Mes de octubre mes morado, primero los estudios después los enamorados”, es la frase que inevitablemente repito los octubres, recordando los juegos de colegio, los deliciosos turrones de Doña Pepa o de San José, y la típica procesión del Señor de los Milagros que pone de morado las vestimentas de sus fieles. La voz de mi madre aún la oigo a lo lejos: “Shany apúrate vamos a la procesión hija, por qué no quieres ir...”. Abro mis ojos, y otra realidad me rodea, ya estamos en la mitad de octubre y no hay turrones ni mes morado para mi, este mes no tiene nada de santo, ni de tierno, ni de dulce,y lo peor es que se me está pasando a la velocidad de un rayo.

Me quedé en el 3 de octubre, feriado aquí, día en el que se recuerda la unión de las dos Alemanias (la República Federal Alemana y la República “Democrática”). Investigaba como así tuvieron que pasar once meses desde la caída del muro de Berlín para que recién las autoridades de ambas partes se animaran a establecer oficialmente la reunificación de Alemania, y todo lo que pasó en torno a ello. Pensaba también en los resultados que dejaron, estas vísperas de octubre, las elecciones del Parlamento Nacional (Bundestag) sorprendida de la tranquilidad con la que se realizan aquí los comicios. Ya estaba ordenando mis ideas, descubriendo las pretensiones del partido ganador; cuando la noticia de un premio nóbel y del ataque a la luna con un cohete, terminaron por alterar mis sentidos.

Oslo sorpremdió no solo a Obama sino a todo el mundo con la noticia. En Europa los relojes marcaban casi las once de la mañana en un otoño cálido y tranquilo, y de pronto los noticieron se pusieron de cabeza, los programas variaban y los sets se llenaban de periodistas y especialistas; la primera sorpresa, muchos no estaban ni enterados que Obama había sido siquiera nominado a tan importante Premio Nobel. Europa estaba a la espectativa de la respuesta de la Casa Blanca, presidentes le hacían llegar al ganador sus felicitaciones, y saludos. Yo quería leerlo todo en español, pero ninguna página web informativa del Perú estaba actualizada, ninguna sino hasta muy tarde.

Los saludos de Angela Merkel no se hicieron esperar, dijo que de corazón lo felicitaba, que en corto tiempo Obama logró resultados positivos en cuanto a paz, y que su propuesta de un mundo libre de armamento nuclear es una meta que todos los presidentes del mundo deben apoyar, etc, etc. Y justamente al pronunciar las palabras “libre de armamento nuclear” (Atomwaffenfrei) la física Merkel titubeó, y no es de sorprenderse, pues su partido Cristiano Demócrata, ganador de las elecciones, tiene entre sus proyectos impulsar la utilización de la energía nuclear, dejando de lado la energía solar que aquí es muy querida. Todo sea por la ganancia en más de 80 millones de euros que por día las empresas reactoras ganarían.

La reacción del carismático huésped de la Casa Blanca fue, esta vez, sin risas ni alegrías, ya todos sabemos lo que él dijo, mostró su sorpresa y señaló que muchas personas fueron su inspiración. Entre líneas yo podía leer en sus ojos un cierto pesar. Como si de pronto el mundo pusiera en sus manos una tarea tipo misión imposible de dar la paz al mundo como si él fuera el presidente del planeta. Claro que su manadato es uno de los más influyentes a nivel mundial pero solo “uno de los tantos”, hay otros gobiernos que tienen en sus manos cosas positivas por hacer pero que por intereses económicos y corruptos a veces (como suele ser la política) no lo hacen.

Dejando a Obama a que asimile su premio así como una vez los alemanes tuvieron que asimilar el vivir de pronto en una sola Alemania, levanto mi copa de vino (a falta de pisco) en honor a un grande que se fue también este mes; el gran Arturo “Zambo” Cavero, ícono de la música criolla, el de la voz que hacia cortarse las venas con galleta de soda a todo aquel que lo escuchaba. Y en honor a la gran Mercedes Sosa, quien fue inspiración de estudiantes anti-dictaduras con sus canciones llenas de fuerza, valentía y armonía.

El mes de octubre sigue avanzando, ya complicó mis horarios de trabajo, cenas, clases, y visitas, pero ahora me da la posibilidad de viajar a Luxemburgo. Estoy saliendo de casa, una nieve ligera dibuja una sonrisa en mi rostro, la naturaleza es maravillosa, pero hay que tener cuidado en estas pistas ya casi invernales; acabo de ver el primer accidente de estación, no muy grave felizmente, pero seguro el dueño del auto no ha cambiado todavía sus llantas de verano por las de invierno y zas! se salió del carril.

En unas horas llegaremos al único país poseedor del Gran Ducado en la actualidad. Allí visitaré las instituciones pertenecientes a la Unión Europea y escucharé de propia boca de esas autoridades, el rol de Luxemburgo en el “Acuerdo de Schengen”. Estoy a la espectativa por conocer desde sus entranas los oficios y beneficios de estas instituciones. ¡Gracias a la invitación del “Europa Zentrum” por este viaje de estudios! Mientras tanto descansaré las pocas horas que me quedan para dormir pensando en mi sofá, en mi mazamorra morada, y en un trocito de dulce de turrón. Mami, cuídate en la procesión.

Me quedo con una frase que resume mi pensamiento en torno a todo lo que sucedió este mes: “Cuando el poder del amor sobrepase el amor al poder, el mundo conocerá la paz” Jimmy Hendrix.



“no somos ángeles, no nos caímos del cielo, la gente que busca el amor verdadero, gente que busca un mundo sincero, la gente unida lo cambiará...”

domingo, 27 de septiembre de 2009

Felíz Navidad



Industria desesperada

Lo que ví hace semanas no me hace felíz; es como si sintiera el gemido del mundo, el lamento de la armonía, o a la letra “i” sin su puntito. Mi corazón no lo quiere aceptar. Ya sé que estamos en un mundo que se esfuerza por ir cada vez más de rápido, que la primicia es lo que cuenta, pero ¿dónde están los límites, al menos cuando no se trata de una noticia?. Para la Navidad falta aún meses, pero en este lado del mundo, como seguro en muchos, la Navidad ya está en nuestras narices.

Como un bebé prematuro, como un pastel con la masa cruda, como frutas inmaduras que debemos comer; así están bien colocaditos en los estantes de muchos supermercados los papá noeles de chocolate envueltos en papeles navideños, las galletitas típicas de navidad en forma de estrellitas, angelitos y campanitas, y hasta los cerditos de mazapán que aquí auguran buena suerte para el nuevo año. Nein, nein nein! grité tratando de controlar la fuerza de mi voz mientras caminaba con mi carrito de compras por un supermercado cuando recién comenzaba septiembre, ¡septiembre!. Los papánoeles me sonreían, y las galletitas me guiñaban los ojos invitándome a comprarlas, pero yo les dije ¡no!, ¡todavía no!.

Andaba con sandalias y short, el verano se despedía poco a poco. Y si era imposible imaginarme el frío o la nieve que acompaña el ambiente de la Navidad europea, menos podía imaginarme comprar esas cosas típicas de los días de invierno. Ahora el otoño ya empezó, la gente comienza a sacar delgados abrigos, y los productos de Navidad empiezan a elevar su demanda. ¿Y qué haremos en noviembre y diciembre?, ¿estará la gente hastiada?, y cómo les enseñamos a nuestros niños a ser pacientes cuando su mayor alegría es que llegue diciembre para abrir los envases de galletitas con olor a canela y vainilla que mamá suele preparar y luego guardar en el sótano hasta la fecha indicada. Ahora lo tienen todo desde ya, con precio, acomodado y etiquetado.

Yo no tengo niños todavía, pero me duele ver cómo crecen muchos de los que ya están en este mundo, a la loca, al champazo, con el desayuno en la boca y un pie en el bus escolar, sin disfrutar mucho la escencia de las cosas, teniéndolo todo antes de tiempo. ¡Con tan bonita tradición que siguen aquí las mamás alemanas!, hornear pastelitos y galletitas dulces para calentarse en Navidad. Ahora la industria le gana a la “Hausfrau” (ama de casa) por puesta de máquina.

Después de ese día en el supermercado no volví a ir de compras, y hasta se me inflamó el ojo derecho, me lo restregué tanto que se rasgaron mis venitas oculares y me quedé con un ojo rojo como la sangre, por eso me alejé de todas las pantallas electrónicas, para no ver y cuidar también mis ojitos. Pero es inevitable, el comercio y el negocio siguen creciendo de una manera monstruosa, gana el que vende más, lo cual es justo, pero y dónde queda el respeto a la armonía y al orden natural de las cosas. Es cuestión de gustos tal vez, pero para mí es mejor aprender primero a caminar y después a correr, a estudiar y después enseñar, y no desesperarse por ganarle al futuro.

El oculista sólo me recetó gotitas que ayudarán a que mi ojo recupere su color normal, espero que sea pronto porque ya me cansé de ver mi ojo con la señal de “stop”permanente. Mientras tanto disfrutaré todavía del inicio del otoño, oiré con atención los últimos cantos de las aves, y mojaré todavía mis pies en el lago que aún invita a refrescarse. En octubre estaré más atenta a las noticias sobre las celebraciones del día de la unión de las dos Alemanias, de paso aprovecharé en aprender mas de esta historia que no deja de impresionarme, y en noviembre aplaudiré el inicio de los carnaveles y disfrutaré de todos los desfiles con trajes y máscaras que buscan espantar al invierno.

Le daré su tiempo y su lugar a todo, y como siempre lo disfrutaré al máximo. Y cuando noviembre comience a acabar, me uniré a las celebraciones de las navidades, ¡y sé que me encantará!. Haré en casa las galletitas típicas con las recetas de mi suegrita, las guardaré en envases navideños y esperaré ansiosa los días festivos para disfrutar de ellas, compartirlas, y calentarme con su sabores de canela, clavo de olor y demás especies.

Pero todavía hay tiempo, por ahora en casa empezamos a preparar jaleas de manzanas y peras que los árboles nos ofrecen. El otoño es hermoso, mientras unos árboles todavía dan frutos, otros ya empiezan a cambiar de color y las hojas se tornan color naranja y vino. Mientras miro esos paisajes mi corazón se eleva y pienso un poco en mi casa de Perú, por allá comienza mas bien la primavera, y en octubre viene el tiempo de turrones y mazamorra morada, y deseo de corazón que mi gente disfrute también cada día; del presente y su escencia.



"Mientras tanto este mundo gira y gira sin poderlo detener,
y aquí abajo unos cuantos nos manejan como fichas de ajedréz,
no soy la clase de idiota que se deja convencer..."

viernes, 11 de septiembre de 2009

Adiós a mi angelito



Con los brazos vacíos

Hace una semana recibí una noticia que me destrozó. Desde hace una semana estoy tratando de llorar menos. Hoy creía que tenía las fuerzas para escribir sobre ésto, pero él vuelve a mí y mi corazón da un vuelco. En mi mente lo siento, lo acaricio, me río con él y soy felíz al lado de su ternura y sabiduría. Mi angelito de pelusas, ojos hermosísimos y tierno corazón ya no está en este mundo. Sé que él me estaba esperando, pero no pudo más. Sé que él quería verme otra vez, así como yo a él.

Me quedé así; buscando pasaje de avión para estar con él sus últimos días, soñando que llego a verlo y que me despido de sus ojos bellos, sigo sin poder creerlo. Me dejó con los brazos vacíos.

Pipo se llamaba, y su nombre vivirá por siempre. Es sólo un canino se podría decir, pero eso no lo hace menos que un ser humano. Él llegó a mí cuando yo más necesitaba de compañía, estoy segura que un ángel me lo envió, y luego él mismo se transformó en mi ángel. Ya desde cachorrito sin saberlo salvó mi vida; regresábamos en taxi de visitar a una amiga, y por el camino de la Costa Verde el hijo de fruta del taxista saca una pistola, yo me congelé, mi pipo solo jugaba con un botón de mi abrigo, hacía menudos sonidos de cachorro y miraba tierno, el “taxista” miró la escena y no hizo más, yo solo rezaba por llegar pronto sana y salva a casa, y así fue.

Mi angelito me regaló los seis más hermosos años de mi vida, los otros tres sólo lo escuché por teléfono. A su lado mis penas se evaporaban rápidamente, mis lágrimas eran menos y mis risas eran más. Es increíble lo inteligente que son estas criaturitas, mi angelito lo entendía y se daba cuenta de todo. Sentía mi pena aún cuando me refugiaba en un libro, pero el me sentía; entonces me empujaba con sus patitas y me miraba con esos ojos hermosos tratando de hablarme, entonces las lágrimas me ganaban y él me lamía. Luego se sentaba como un canguro, su posición favorita, y se quedaba así minutos interminables moviendo las “manitos” hasta que yo riera, y lo lograba.

Desde que nació era tan delicado y a la vez tan amoroso. Conmigo se hizo sensible y engreído, característica de la pequeña y bella raza Shih-Tzu. Los recuerdos son interminables, todos tan divertidos y llenos de ternura. Sabía como avisarle a mi mamá que yo estaba comiendo sola en mi cuarto un arroz chaufa que había comprado en la esquina. Sabía hacerlo, mi mamá venía y todos nos reíamos. Podría escribir un libro de los momentos que él convirtió en broma cuando normalmente terminaban en bronca. Estábamos tan conectados. Era mío y lo quería conmigo siempre.

Ahora mi corazón está de luto, mis ojos están tristes. Yo quería verlo, yo quería verlo... lo repito y lo repito cada vez más en silencio, mientras que mi corazón va encontrando la calma poco a poco. Es más difícil soportar una pena cuando se está tan lejos, por eso lloré aquí como si con mis lágrimas pudiera retroceder el tiempo, lloré en los brazos de mi amor, en sus piernas, en sus hombros, en sus manos, y otra vez en sus brazos y así hasta que la tarde se hizo noche. El dolor se apoderó de mí. Pero en sus brazos me sentí reconfortada, en sus brazos caí para no morir de tristeza.

Si hubiera estado sola ya sé lo que hubiera hecho, y qué ganas tenía de hacerlo, pero eso sólo me hubiera llevado a la locura. Hubiera querido gritar de dolor y de rabia tapando mi voz con la canción de Guns & Roses que ya tenía elegida: “Civil War”, y hubiera gritado junto con Axel “my hands are tied!!!...” el dolor me habría ganado y para seguir cayendo hubiera seguido con otra de Axel para botar mi pena, y hacer mi catarsis acostumbrada, y al final hubiera terminado escuchando a Evanescence ya casi desvanecida de dolor diciendo con Amy Lee “this pain is just too real...” y llorando sin hombro ni brazos que me abracen, para amanecer casi sin cordura y más llena de dolor. Pero eso no fue así. Mejor que no fue así.

En lugar de flagelarme emocional y psicológicamente traté de dormir, amanecí tratando de ponerme en pie y por la noche mi media naranja y yo hicimos una ceremonia de despedida a mi hijito, que jamás podré olvidar, fue su idea, yo en mi pena casi no podía pensar. Solo recuerdo que deseaba oscuridad, lluvia y mar; hubo todo menos mar, pero aquí nuestro gran lago fue mi recompensa. Caminamos hasta las orillas del Bodensee en la noche tibia de fin de verano, llevamos una vela, una foto de mi hijito de la última vez que lo ví, de la vez en que sin saberlo nos despedimos para siempre de esta vida, papel y lapicero. En el lugar, ya de noche, recordamos los mejores momentos que él nos regaló y agradecimos a Dios por esa maravillosa creación.

La oscuridad brillaba, el sonido de las olas me recordaba a mi mar del Callao, donde tantas veces fuí con mi Pipo. Casi transportada por la naturaleza comencé a escribir en el papel en blanco, que por un lado tenía impresa nuestra foto de despedida. Mi amor y yo le escribimos a mi angelito, nos despedimos de él y le agradecimos por los inolvidables momentos que él nos regaló. Hice de la hoja escrita un barquito de papel y luego juntos lo dejamos ir sobre las olas del lago. Y de pronto, como si el cielo viera mi pena, comenzó una tempestad, con rayos y todo. ¿A dónde habrá llevado la corriente a mi barquito esa noche?. ¿Habrá alguna gota del mar peruano traída por las nubes hasta las aguas del Bodensee, o visceversa?. Todo está conectado, esa es mi confianza.

La rabia y la pena de no haber llegado a tiempo para despedirme de mi hijito se va alejando de mi. Me quedo con el sueño que tuve hace semanas, cuando él en sus últimos días seguro pensaba en mí. En el sueño mi mamá me decía: “Shany tu perrito se está muriendo”, yo no lo creía y buscaba en mi cuarto al Pipo, de pronto él vino corriendo velozmente hacia mi, casi desesperadamente y en cámara lenta. Con ese recuerdo me quedo, con sus pelusas suaves acariciando mi alma. Y sé, como me lo dijeron mis amigas angelitas de aquí, que “todos los perros van al cielo”, hasta hay una película sobre eso.

Ahora me invade un miedo de volver, la casa no es la misma sin él. Su casita, sus peluches y sus mantitas deben seguir ahí, ya no quiero ir... Cuando esté ahí querré hacer mi catarsis acostumbrada y gritar “my hands are tied!!!...”, aunque mejor será echarme a los brazos de mi madre, total ella también está sola sin él, ella también lo extraña.



miércoles, 2 de septiembre de 2009

A un océano de distancia

Pensándote

Al principio me envolvió la embriaguéz de lo nuevo, de lo hermoso y de todo lo que habría de descubrir en este país, al que llegué de la mano de un corazón que me amaba, y a quien yo amaba efervescentemente. El síntoma duró casi un año. Metí mis narices con miedo pero con ganas a todo lo nuevo que encontraba en esta Alemania: aprendí el idioma; con el cual sigo batallando para jugar con él como con mi amado castellano, probé nuevas comidas; que no consiguen desplazar a mis sabores peruanos, hice amigos de aquí y de diferentes culturas y, entre otras cosas, conseguí diferentes trabajos, todo para conocer bien este nuevo sistema.


Me casé y mi amor pasó de la efervescencia a la solidez, mi embriaguéz por lo nuevo se redujo. Hoy en cama, luchando con una terrible amigdalitis pienso en ti.


Cierro mis ojos y te veo, te escucho, te siento y hasta te huelo. Veo tu centro lleno de gente y de vida, escucho las canciones en las combis y el murmullo de la gente en los restaurantes de pollo a la brasa. Imagino que gente se sienta en las gradas de la Catedral de Lima para comerse un helado en su pausa laboral y que por el lado de la imponente Costa Verde, amigos disfrutan el sol o la brisa marina. Todo eso, así como el ajetreo y regateo en los mercados, los kioskos en las esquinas, los colegiales uniformados, y mi Pipo con su mirada tierna y su boquita de cachorro, todo eso aquí no hay.


Recuerdo cómo deseaba que Perú sea un país vecino de Alemania o visceversa, y poder invitar a todos mis amigos a dar un paseo por las calles de Stuttgart, o jugar a quién lanza la piedra más lejos en las aguas del bello Lago de Constanza, probar todos los chocolates, dulces y tortas deliciosas que hay aquí, y que ellos puedan sentir como yo la alegría de caminar por las calles despreocupados, respirando el freso aire de los inmensos parques llenos de árboles y de flores, que viajen en metros, buses y trenes cómodos, y disfruten de esas cosas que en Perú no hay.


“Uno no lo puede tener todo” dice un típico refrán alemán (“Man kann nicht alles haben”), y es cierto. Lo que me gusta de aquí falta allá, y lo de allá me hace mucha falta aquí. Sigo deseando que estos dos países sean vecinos, así una visita de Navidad o de Fiestas Patrias o solo porque se me antoja, no se haría esperar tanto, y sobre todo no costaría tanto. Pero si así fuera, o los peruanos serían mas serios y menos “barrio”, en el buen sentido y cosa que me encanta, o los alemanes tendrían que aprender a bailar cumbia o alcatráz, cosa que veo bien yuca.


Pero las aguas del Océano Atlántico me vuelven a la realidad, todo él me separa de ti y de mi gente, pero a la vez me une al contacto con el mundo, aquí se entremezclan, aunque usted no lo crea, diferentes culturas; viven colonias turcas, indúes, polacas, un poco de israelíes y palestinos, y por su puesto vive también gente latina, más brasileños y mexicanos que peruanos y chilenos, pero hay de todo, y mis ojos, aunque a veces se entristecen de nostalgia, se enriquecen de cosas nuevas y esperan ávidos al mañana, que vendrá con sus cosas nuevas y sus florcitas de primavera.


Por lo pronto espero que estas bacterias alemanas abandonen mis amígdalas chalacas, ya tuve suficiente con mi doctor , muy graciosos él, que me hizo sacar la lengua hasta la barbilla, a lo “Kiss”, y confirmar con una sonrisa entre tierna y llena de satisfacción (por lo de la lengua), que mis amígdalas están efectivamente superinflamadas y que sí debería recetarme antibiótico, porque aquí antibiótico sólo se vende bajo prescripción médica. ¿Qué más no iré a descubrir aquí, lejos de ti?.