jueves, 28 de enero de 2010

Aquí están los ladrones



La primera vez que la ví tenía un letrero que decía “Te Amo”, fue por internet a través de mi correo electrónico. Hoy está desaparecida.

Mientras la miraba, trataba de ver exactamente sus formas, la precisión de los colores, el lugar que la rodeaba, (jardin, flores y verano), y mi sonrisa se hacía cada vez más grande al tiempo que mi corazón aceleraba sus pasos. Era mi cumpleaños y mi novio, que estaba lejos de mi por segunda vez, le había tomado una foto a mi nueva bici y me la había enviado por mail; ella y él me esperarían cuando yo llegara a Alemania.

Ese regalo fue el que mas curiosidad me causó, porque aunque ya la había visto por foto, no sabía exactamente cómo funcionaba. Tenía cinco cambios que facilitaba las subidas y otros cambios para no ir como un rayo en las bajadas. Todo multiplicado por dos. Las explicaciones de mi media naranja me ponían nerviosa considerando que yo no subía a una bicicleta desde los 12 años, y la de ese entonces no tenía ningún bendito cambio; solo el freno era lo mas sofisticado.

“Yo pensé que solo los autos tenían cambios” le decía yo. “Es que aquí las calles son de subidas y bajadas, y cuando hagamos tours en bici será más cómodo”. Así conversábamos por teléfono y yo comenzaba a soñar con el verano que allá me esperaba, con mi bici de color lila y sus innumerables cambios, y a apostar conmigo misma a que aún podía manejar sin manos.

No, ya no podía. El día que estrené mi bici me di cuenta no solo de eso, sino de que también debía agarrarme fuerte al timón, controlar los cambios, estar atenta alrededor, y mirar mi camino que iba en bajada a la velocidad de un rayo. Había hecho mal los cambios por tratar de hacerme la experta. Pero después de esa vez y de haberme subido a otras bicis alemanas, le agarré cariño a la mía. Ella y yo éramos como una pluma que pasa armoniosamente así sea subida o bajada.

Mi bici me llevaba a tiempo a la estación de trenes, me llevaba a colinas para ver los paisajes desde arriba, me ayudaba a hacer mis catarsis cuando quería volar en picada para sentir fuerte el viento en mi rostro. Me llevaba a casa después de un día de trabajo, y su luz me abría camino. Muchas veces la dejé sin llave en el parqueo de bicicletas, total aquí nunca roban, pensaba yo. Regresaba y ella siempre estaba ahí, esperandome.

La última vez que la ví fue cuando estaba a punto de subirme al tren, miré al aparcamiento de bicis y pensé en encontrarala ahí cuando regrese. Pero regresé y no la encontré.

La buscamos en auto por varios sitios como quien busca a una mascota, total, a veces son solo chicos que toman una bicicleta para ir a algún lugar por ahí y luego la dejan tirada. Eso ya había pasado con una bicicleta conocida. Pero la mía no la encontramos.

¿Así que por aquí están los ladrones?, ¿pretenderán venderla en subasta?. Eso es lo último que supe, subastarán bicicletas encontradas en las calles, eso se viene pronto. Mi bici lila, ¿qué te hicieron?.



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